Hoy planteamos una breve reflexión sobre los mensajes que enviamos a través de teléfonos móviles o dispositivos similares. Cuando nos comunicamos a través de estos aparatos, ¿son admisibles errores en la ortografía o en la redacción?
La reflexión viene a partir de este mensaje, recibido un día cualquiera en una oficina cualquiera. Lo que importa no es el contenido, sino lo que aparece al final.
Después del mensaje se incluye un texto, parece que configurado para que aparezca por defecto, en el que no solo se informa de que el mensaje se ha mandado "desde un dispositivo móvil", sino que también se ruega que "disculpemos las faltas de ortografía".